viernes, 13 de noviembre de 2009

Un color de todos los colores













Esta mañana el despertador sonó a las seis de treinta de la mañana, pero yo no me había levantado de la cama sino hasta las siete y veinte, o así. Como todas las mañanas, me pregunté que cuál era el propósito de alterar de esa manera mi sueño. Antes de la hora del almuerzo, ya había acabado con todo lo que tenía que hacer hoy. El almuerzo fue de arroz integral, media libra de churrasco adobado con mostaza y aceite de girasol, los tiempos no dan para más, y una ensalada con delicioso dressing preparado por Valeria. Yo me tomé dos cervezas, que no me dejaron tiempo para el tinto. Tarde en la tarde, la oficina estaba repleta de gente y otro y yo nos quedamos sin asientos; mientras Jairo leía el periódico recostado contra la pared, yo me acomodé en el piso y me repetí a Brahms en youtube, que le había dado toda la tarde, dele que dele al mismo sonsonete. Remember The Clash: With the hardest eyes and the coolest tongue. Entrada del viernes 11 de septiembre. Un mal día para viajar en avión. Mi madre viajó en avión esta mañana hacia Madrid y allí la esperaba otro vuelo hacia Bogotá; dos días después, claro, de que la dejara el avión a Madrid en su itinerario original. Hacía mucho que debía de haber actualizado mi diario pero es en este momento, a ciento cuarenta kilómetros por hora sobre la autopista, cuando tengo el valor de vencer en algo la negligencia simpática que por veces me anima a recusar de mi poco juicio, lo admito. Al final del almuerzo le dije a Nicolás que si quería me podía acompañar a la oficina, que yo le prestaba un color de todos los colores, pero no quiso y se fue a la papelería a comprar lo que necesitaba para terminar su carpeta.




"your friend richie. end of letter." -from The Royal Tenembaums-

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